El deporte y las dictaduras son habituales compañeros de cama, o al menos de cuarto. Éste tiene dos caras evidentes. Por una parte está el esfuerzo individual, el que permite al deportista superarse a sí mismo o a un adversario en buena lid. Por otra, supone una especie de conciencia colectiva que identifica a un grupo y que, al ganar, demuestra la superioridad de éste sobre el resto. Es esta dimensión del deporte la que buscan los gobiernos, los estados y desde luego las dictaduras. En esta visión colectivista, el triunfo del individuo es realmente el triunfo del colectivo; lógicamente, su derrota es su fracaso y una frustración para la sociedad a la que representa.
En 1936, la Alemania nazi organizó las Olimpiadas. Adolf Hitler quiso que fueran el escaparate perfecto para demostrar que el Reich de los 1.000 años y la raza aria eran el futuro de la humanidad. Para desgracia de los jerarcas alemanes, Jesse Owens gano a la estrella nazi, Carl Ludwig Long (desconozco si Hitler llegó a conocer la amistad que unió a un negro de Alabama y a su representante ario). Puede que Berlín fuera la primera competición de la era moderna que unió de manera descarada el deporte con la política, pero esto ya venía de lejos. Al fin y al cabo, representantes de Atenas, Esparta, Tebas o Argos luchaban para demostrar que su ciudad era también mejor que las otras.
El fútbol también ha coqueteado con las dictaduras. No sé muy bien cómo, pero la FIFA obsequió a la Junta Militar que gobernaba la Argentina (es un decir) con el Mundial de 1978. No sé muy bien cómo, pero los argentinos ganaron a la Holanda de Johan Cruyff, que se quedó con la miel en los labios por segundo mundial consecutivo, pero sobre todo, muy mosqueados.
Al COI nunca le ha temblado el pulso por dar la organización de unos juegos olímpicos a una dictadura. Además de la mencionada en Berlín, se la dio a la URSS que organizó la de Moscú en 1980. Se lo dio a Yugoslavia que organizó las olimpiadas de invierno de Sarajevo en 1984. Y en 2008, el turno le ha tocado a Pekín para mayor gloria del régimen chino. En definitiva, la Olimpiada se ha convertido en un espectáculo global que en la mayoría de los casos supone un coste excesivo para el contribuyente y un beneficio desmesurado para unos pocos. En el caso de China, el coste asciende a nada menos que 40.000 millones de dólares. Pekín se ha gastado la friolera de 16.000 millones en sistemas de energías limpias y ahorro de agua que no han impedido que siga siendo una de las ciudades más contaminadas del planeta. Pero este coste no es sólo monetario, como consecuencia de las obras que se han acometido, en las que se incluyen la construcción de 19 nuevas avenidas y una terminal en el aeropuerto, barrios enteros han sido suprimidos y miles de personas han sido desposeídas y reubicadas para que los sueños de gloria olímpica del Partido se vean cumplidos.
Cabe preguntarse a estas alturas si este espectáculo es tan beneficioso para la imagen de estos regímenes totalitarios como parecen creer los organizadores. Más allá de los negocios que los miembros del Partido Comunista Chino (PCCh) y allegados hayan podido hacer, está claro que pocos, si es que hay alguno, han podido prever que la organización de los Juegos Olímpicos fuera a provocarles tantos quebraderos de cabeza. Desde que la antorcha olímpica echó a rodar por el mundo, las manifestaciones, las muestras de repulsa contra el régimen y las denuncias de sus atrocidades se ha convertido en una pesadilla para el régimen.
China se ha descubierto como uno de los países más contaminado del planeta (lo que tendría que hacer replantearse a los grupos ecologistas cuál es el mejor sistema para “salvar” el medio ambiente). China es el régimen que más sentencias de muerte lleva a cabo cada año (hecho que no suele arrebatar del ranking oficial de crímenes contra la humanidad en los medios de comunicación a la cárcel de Guantánamo). Sus políticas de represión en Tíbet y Xinjiang han alcanzado límites que, en plena era de Internet, recuerdan más a los perpetrados durante el gobierno de Mao. China incumple sistemáticamente todos los derechos humanos. Su administración se muestra como uno de las más corruptas del planeta y las medidas que se toman para atajar esta lacra (incluyendo ejecuciones ante las cámaras) parecen más un circo mediático que un serio intento de hacer frente al problema.
Pocos, quizá los más cándidos o los que mantienen cierto alineamiento con el régimen comunista, confían en los chinos para solucionar cuestiones que deberían ser simples. China se muestra incapaz de solucionar problemas que en el decadente Occidente tenemos resueltos hace mucho, o al menos, los sobrellevamos mucho mejor. Las representaciones de Estados Unidos y Australia portan su propia comida y el agua es suministrada por Coca Cola. A diferencia de otros, no han olvidado que a mediados de marzo se descubrió que en China el uso de hormonas, antibióticos y otras sustancias en las explotaciones ganaderas dedicadas a carne es habitual, hasta el punto de que se llega a límites peligrosos y que se realiza de manera sistemática y consentida. También se han encontrado restos de insecticidas y otras sustancias que invitan a pensar que los criterios de calidad son como poco, laxos.
La apertura económica china ha generado una nueva aristocracia que vive en torno al Partido y que usa algunas de las herramientas del capitalismo para medrar a costa de cientos de millones de ciudadanos que aún viven en la más absoluta de las miserias. No seamos tan cándidos de creer que si la prosperidad ha llegado al 10% de la población del país más poblado del planeta es porque la libertad empieza a campar a sus anchas.
Al gobierno chino le ha estallado casi sin querer las consecuencias de su propia arrogancia y ha reaccionado como suele hacerlo un sistema represor: con la coacción, la intimidación y la violencia. Sin miramientos ha impuesto a periódicos y televisiones, turistas y visitantes y desde luego a disidentes, críticos o cualquier ciudadano chino que por error u omisión termine perjudicando a los objetivos del PCCh, una censura y un control de sus publicaciones y expresiones. Es lamentable ver como algunos medios occidentales hacen el juego a los dirigentes y colaboran con el régimen. Además, ha encarcelado o exiliado a críticos y opositores y aprovecha cualquier incidente para incrementar estas medidas de represión. La Olimpiada está dejando ver conflictos que después de que transcurran estos 18 días, no pueden volver a ser olvidados. Es nuestro deber seguir recordándolos y denunciándolos.
La falta de transparencia es una constante en la información. Mientras estoy terminando este artículo me entero que la organización ha reconocido que parte de la ceremonia inaugural que se vio el pasado viernes 7 de agosto estaba amañada, que la niña que entonó la “Oda a la Madre Patria” lo hizo en playback porque la belleza de la verdadera intérprete no era la adecuada, que los fuegos artificiales que se observaron habían sido grabados con anterioridad en los ensayos generales, mientras que otros fueron creados con programas de ordenador. Todo sea por la gloria del Partido, todo sea por la gloria de China, todo sea por la desgracia de los chinos, de la gran mayoría.
En 1936, la Alemania nazi organizó las Olimpiadas. Adolf Hitler quiso que fueran el escaparate perfecto para demostrar que el Reich de los 1.000 años y la raza aria eran el futuro de la humanidad. Para desgracia de los jerarcas alemanes, Jesse Owens gano a la estrella nazi, Carl Ludwig Long (desconozco si Hitler llegó a conocer la amistad que unió a un negro de Alabama y a su representante ario). Puede que Berlín fuera la primera competición de la era moderna que unió de manera descarada el deporte con la política, pero esto ya venía de lejos. Al fin y al cabo, representantes de Atenas, Esparta, Tebas o Argos luchaban para demostrar que su ciudad era también mejor que las otras.
El fútbol también ha coqueteado con las dictaduras. No sé muy bien cómo, pero la FIFA obsequió a la Junta Militar que gobernaba la Argentina (es un decir) con el Mundial de 1978. No sé muy bien cómo, pero los argentinos ganaron a la Holanda de Johan Cruyff, que se quedó con la miel en los labios por segundo mundial consecutivo, pero sobre todo, muy mosqueados.
Al COI nunca le ha temblado el pulso por dar la organización de unos juegos olímpicos a una dictadura. Además de la mencionada en Berlín, se la dio a la URSS que organizó la de Moscú en 1980. Se lo dio a Yugoslavia que organizó las olimpiadas de invierno de Sarajevo en 1984. Y en 2008, el turno le ha tocado a Pekín para mayor gloria del régimen chino. En definitiva, la Olimpiada se ha convertido en un espectáculo global que en la mayoría de los casos supone un coste excesivo para el contribuyente y un beneficio desmesurado para unos pocos. En el caso de China, el coste asciende a nada menos que 40.000 millones de dólares. Pekín se ha gastado la friolera de 16.000 millones en sistemas de energías limpias y ahorro de agua que no han impedido que siga siendo una de las ciudades más contaminadas del planeta. Pero este coste no es sólo monetario, como consecuencia de las obras que se han acometido, en las que se incluyen la construcción de 19 nuevas avenidas y una terminal en el aeropuerto, barrios enteros han sido suprimidos y miles de personas han sido desposeídas y reubicadas para que los sueños de gloria olímpica del Partido se vean cumplidos.
Cabe preguntarse a estas alturas si este espectáculo es tan beneficioso para la imagen de estos regímenes totalitarios como parecen creer los organizadores. Más allá de los negocios que los miembros del Partido Comunista Chino (PCCh) y allegados hayan podido hacer, está claro que pocos, si es que hay alguno, han podido prever que la organización de los Juegos Olímpicos fuera a provocarles tantos quebraderos de cabeza. Desde que la antorcha olímpica echó a rodar por el mundo, las manifestaciones, las muestras de repulsa contra el régimen y las denuncias de sus atrocidades se ha convertido en una pesadilla para el régimen.
China se ha descubierto como uno de los países más contaminado del planeta (lo que tendría que hacer replantearse a los grupos ecologistas cuál es el mejor sistema para “salvar” el medio ambiente). China es el régimen que más sentencias de muerte lleva a cabo cada año (hecho que no suele arrebatar del ranking oficial de crímenes contra la humanidad en los medios de comunicación a la cárcel de Guantánamo). Sus políticas de represión en Tíbet y Xinjiang han alcanzado límites que, en plena era de Internet, recuerdan más a los perpetrados durante el gobierno de Mao. China incumple sistemáticamente todos los derechos humanos. Su administración se muestra como uno de las más corruptas del planeta y las medidas que se toman para atajar esta lacra (incluyendo ejecuciones ante las cámaras) parecen más un circo mediático que un serio intento de hacer frente al problema.
Pocos, quizá los más cándidos o los que mantienen cierto alineamiento con el régimen comunista, confían en los chinos para solucionar cuestiones que deberían ser simples. China se muestra incapaz de solucionar problemas que en el decadente Occidente tenemos resueltos hace mucho, o al menos, los sobrellevamos mucho mejor. Las representaciones de Estados Unidos y Australia portan su propia comida y el agua es suministrada por Coca Cola. A diferencia de otros, no han olvidado que a mediados de marzo se descubrió que en China el uso de hormonas, antibióticos y otras sustancias en las explotaciones ganaderas dedicadas a carne es habitual, hasta el punto de que se llega a límites peligrosos y que se realiza de manera sistemática y consentida. También se han encontrado restos de insecticidas y otras sustancias que invitan a pensar que los criterios de calidad son como poco, laxos.
La apertura económica china ha generado una nueva aristocracia que vive en torno al Partido y que usa algunas de las herramientas del capitalismo para medrar a costa de cientos de millones de ciudadanos que aún viven en la más absoluta de las miserias. No seamos tan cándidos de creer que si la prosperidad ha llegado al 10% de la población del país más poblado del planeta es porque la libertad empieza a campar a sus anchas.
Al gobierno chino le ha estallado casi sin querer las consecuencias de su propia arrogancia y ha reaccionado como suele hacerlo un sistema represor: con la coacción, la intimidación y la violencia. Sin miramientos ha impuesto a periódicos y televisiones, turistas y visitantes y desde luego a disidentes, críticos o cualquier ciudadano chino que por error u omisión termine perjudicando a los objetivos del PCCh, una censura y un control de sus publicaciones y expresiones. Es lamentable ver como algunos medios occidentales hacen el juego a los dirigentes y colaboran con el régimen. Además, ha encarcelado o exiliado a críticos y opositores y aprovecha cualquier incidente para incrementar estas medidas de represión. La Olimpiada está dejando ver conflictos que después de que transcurran estos 18 días, no pueden volver a ser olvidados. Es nuestro deber seguir recordándolos y denunciándolos.
La falta de transparencia es una constante en la información. Mientras estoy terminando este artículo me entero que la organización ha reconocido que parte de la ceremonia inaugural que se vio el pasado viernes 7 de agosto estaba amañada, que la niña que entonó la “Oda a la Madre Patria” lo hizo en playback porque la belleza de la verdadera intérprete no era la adecuada, que los fuegos artificiales que se observaron habían sido grabados con anterioridad en los ensayos generales, mientras que otros fueron creados con programas de ordenador. Todo sea por la gloria del Partido, todo sea por la gloria de China, todo sea por la desgracia de los chinos, de la gran mayoría.
11 comments:
Está muy bien lo de Jesse Owens, yo también lo admiro. Pero has olvidado mencionar que para dicha de Hitler, Alemania arrasó en el medallero con 89 metales por 56 de los EEUU. Pero lo que me deja a cuadros es la mención a la "represión" en Xinjiang, una región en la que están operando terroristas musulmánicos que ya han asesinado a decenas de policías. Se puede pasar y tomar a broma lo de las hormonas en el ganado, lo de la contaminación o lo del cáncer y los teléfonos móviles, pero ahora ya estáis rayando los límites de si no la apología, sí la justificación del terrorismo, y esto es algo que ya no me hace ninguna gracia. Se diría que todo os vale con tal de agredir a China, incluso la alianza tácita con los terroristas de Xinjiang. ¡Cómo no me voy a indignar leyendo estas cosas!
Lamentable. A ver el siguiente artículo. Esto es una competición a ver quién la dice más gorda.
Octopus, no he olvidado mencionar que Alemania ganó su Olimpiada, simplemente lo he obviado, de la misma manera que he obviado que los atletas franceses saludaran con el saludo nazi, rindiendo pleitesía al régimen, lo que puede resultar paradójico si recordamos que cuatro años después su país fue invadido por las huestes de Hitler. Incluso me plantee poner como ejemplo del uso del deporte por los regímenes totalitarios el que hizo Franco de su campeonato de Europa, el que España ganó a la URSS. Lo importante es que al final mucha gente recuerda la hazaña de Jesse Owens y casi nadie, que los nazis ganaran más medallas que nadie.
Por otra parte, te comportas como un miserable. Yo no he justificado en ningún momento el terrorismo islámico. Sólo una persona muy simple o alguien que pretende herir es capaz de entender que denunciar la represión (sin comillas) de China en la provincia de Xinjiang es justificar el terrorismo que allí se produce. Te puedes tomar a broma todo lo que te dé la gana, me importa un pimiento que lo hagas porque no da más de ti, o porque el régimen te ha nominado propagandista oficial ante Olímpico Desprecio, pero tu acusación es simplemente un insulto y tu indignación una broma macabra.
Apasionada autodefensa en la que llevas parte de razón, pues no has justificado explícitamente el terrorismo, aunque sí has hecho, y esto hay que decírtelo porque es verdad, lo mismo que aquellos a los que en España les acusamos de rayar los límites de la justificación del terrorismo, y es hablar de la "represión" cuando se están cometiendo atentados y matando a gente. A estas alturas ya estamos en condiciones de afirmar que el vocabulario de Amnistía Internacional y las gestoras proamnistía de etarras ha calado en Olímpico Desprecio.
Aquí nadie justifica el terrorismo. Tu disfunción cerebral te juega malas pasadas. Lo que yo si que justificaría es un tercer tipo de eutanasia: Activa, Pasiva y la nueva, eutanasia, la Necesaria, para casos como el tuyo. Te gusta jugar a mezclar a la gente con el tema del terrorismo como ya has hecho antes con otro miembro del blog. Eso es tan bajo como el nivel de tu vergüenza.
Otra osita. Dudo mucho tener nada ni parecido a las gestoras proamnistía. Me han pillado dos bombas de ETA y se me han muerto en los brazos dos personas. Además de eso mi padre y resto de familia fue/fuimos acosados por esos cabestros muchos años.
Por tus memeces detecto cierta consaguinidad entre tus padres... ¿Hermanos o primos?
Incluso en sus términos más severos, hay que distinguir entre lo que meramente es la controversia política y este nuevo terreno, los insultos personales y contra familiares. Definitivamente en lo segundo no voy a entrar. Es mi deseo que este recurso lo patrimonicéis. Convendremos que todos nos sentiremos más cómodos así.
No es un insulto decir que pueden ser hermanos...
Cuando dejes de poner a la gente que ni conoces al lado de etarras o afines es cuando estaremos más cómodos. Porque lo que haces es mezquino (más todavía si alguno ha sufrido a esos asesinos)
Intentas simular florete y lo que das son puñaladas traperas
joder caco cuanto insulto sale de tu boca, no soportas que otros tengan opiniones distintas a la tuya, solo quieres que te peloteen, oye listillo que se ayan celebrado olimpiadas en los paises que tu pones de ejemplo, este echo por si solo demuestra que no tiene nada que ver el deporte con la politica, y asi debe seguir, a lo mejor tu quieres que se politice el deporte, y que solo haiga olimpiadas en eeuu el pais de la libertad de los maximos derechos civicos y morales, que se lo pregunten a los presos de guantanamo los derechos que tienen.
oye caco puedes practicar la censura, lo hacen muchos que no soportan opiniones distintas, preguntale a montse es la que mas censura, lo cual me a demostrado que gente tan estudiada y tan culta no sea capaz de debatirle a otro con palabras, y a la a censurar.
¿ Cuanto insulto sale ? ¿ Por qué voy a censurar a alguien que se descalifica él solo ?
¿ Me has leído algo sobre EEUU ? Para debatir ha de ser sobre algo cierto no sobre tus errores de lectura.
No es política, son derechos humanos.
pues eso cariño, donde estan los derechos humanos en guantanamo, solo respondes lo que te interasa, o los de los comunistas ayi perseguidos y encarcelados.
Post a Comment