Saturday, August 16, 2008

China, un país sin libertad para pensar y para creer

En su Artículo 18, la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclama: "Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia."

A pesar de que forma parte del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho de veto, y a pesar de que su Constitución de 1982 proclama la "libertad religiosa" en el país, la dictadura comunista de China viola sistemáticamente el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Prueba de ello son las graves restricciones a la libertad religiosa que impone la dictadura comunista, también durante estas Olimpiadas de la Vergüenza que se están desarrollando en Pekín. El Informe 2008 de Amnistía Internacional advertía, en este sentido, que "el Ministerio de Seguridad Pública ordenó en abril el escrutinio de todas las personas que iban a asistir a los Juegos Olímpicos de Pekín, y estableció 43 categorías de personas a las que se prohibía la entrada por razones como las creencias religiosas o políticas". Así mismo, AI denunciaba de esta forma la situación global de la falta de libertad religiosa que padecen los habitantes de China y los extranjeros que visitan el país:
"A millones de personas se les impedía practicar libremente su religión. Miles de ellas continuaban detenidas o cumpliendo penas de prisión, con gran riesgo de sufrir torturas, por practicar su religión al margen de los canales autorizados por el Estado. Entre quienes sufrían una persecución más implacable había seguidores de Falun Gong, musulmanes uigures, budistas tibetanos y grupos cristianos clandestinos."
Especialmente grave ha sido la actuación de la dictadura comunista contra el Falun Gong, una práctica religiosa que guarda muchas similitudes con el budismo y que cuenta con más de 100 millones de seguidores en China, superando así al número de chinos afiliados al Partido Comunista. Desde la década de 1990, la persecución de la dictadura comunista contra este grupo religioso ha sido durísima. En referencia a Li Hongzhi, fundador de este movimiento, la agencia oficial china Xinhua ha llegado a afirmar que "el tal llamado principio de 'verdad, benevolencia y tolerancia' predicado por Li no tiene nada en común con el progreso ético socialista y cultural que estamos tratando de lograr."

En la práctica esto se ha traducido en multitud de personas detenidas, torturadas y asesinadas. El Informe 2008 de AI señalaba, sin ir más lejos, que "más de 100 seguidores de Falun Gong que estaban detenidos o acababan de quedar en libertad murieron durante 2007 debido a las torturas, a que no se les habían proporcionado alimentos o atención médica y a otras formas de malos tratos."

Después del Falun Gong, pero durante más años que el movimiento promovido por Li, el grupo religioso que más ha padecido la persecución del régimen comunista chino ha sido la Iglesia Católica, declarada ilegal en China, a pesar de lo cual se calcula que tiene unos 10 millones de fieles en el país. Como señala la Fundación Cardenal Kung, los 35 Obispos católicos de China están encarcelados, condenados a arresto domiciliario, sometidos a estricta vigilancia e incluso obligados a permanecer ocultos y en la más absoluta clandestinidad para poder desarrollar su actividad pastoral. Uno de los prelados, el ya anciano Monseñor Han Dingxiang, murió el 9 de septiembre de 2007 "bajo custodia en circunstancias sospechosas tras pasar más de 20 años encarcelado", como señala el Informe 2008 de AI, que añade: "Las autoridades locales incineraron rápidamente su cadáver".

Numerosos sacerdotes y seglares católicos están encarcelados por motivo de sus creencias, incluyendo desde hace años a aquellos internautas chinos que publican en la red textos de apoyo a la Iglesia Católica, como fue el caso de Zhang Shengqi en 2005. De hecho, el acceso a la web del Vaticano está vetado desde China.

A la persecución contra los creyentes se ha unido, además, la sistemática destrucción de lugares de culto, siguiendo así unas directrices del Gobierno chino reveladas en 1997 por la citada Fundación. En ellas se daba orden a las fuerzas del Estado de "destruir la organización de las fuerzas católicas clandestinas", "cortar los contactos extranjeros con elementos ilegales locales" y "destruir los lugares de reunión de la Iglesia ilegal". Un método de persecución idéntico al que han sufrido las Iglesias Evangélicas de China así como los misioneros luteranos de otros países que han acudido al país para promover su fe.

Prueba de ello es la página que dedica a China la web luterana Persecución Cristiana, que incluye noticias sobre la persecución de evangélicos y católicos en el país asiático. Como en el caso de los fieles al Papa, los luteranos han tenido que ver como sus dirigentes y seguidores eran encarcelados, sometidos a malos tratos y a torturas e incluso ejecutados. Numerosas reuniones evangélicas han sido interrumpidas a menudo por la policía, siendo golpeados y detenidos sus asistentes -como señala el citado informe de AI- y con la frecuente destrucción posterior del lugar de culto.

Las detenciones, torturas y ejecuciones alcanzan también a la comunidad musulmana uigur, de origen turco, en Xinjiang, la región de China más alejada de Pekín. En abril de 2005, la ONG Human Rights Watch reportaba los abusos sufridos por los musulmanes uigures, que suman un total de ocho millones de personas. En este caso, la persecución religiosa se une a la dura represión ejercida por la dictadura comunista contra la propaganda secesionista de determinados grupos musulmanes de esta región, que China reprime sistemáticamente bajo la acusación genérica de "terrorismo". Un método de persecución muy parecido al que la dictadura comunista emplea contra el budismo en el Tíbet, más al sur. Allí, el Gobierno controla directamente la selección y formación de profesores budistas, ejerciendo una dura represión contra todos los que muestran su apoyo al Dalai Lama, aunque sea por medios pacíficos.

Teniendo en cuenta estos hechos, a nadie ha de extrañar que China haya sido catalogada como "País Motivo de Preocupación Particular (CPC)" por el Departamento de Estado de los Estados Unidos en sus sucesivos informes sobre la libertad religiosa a escala global. Dichos informes califican como CPC a aquellos países "que hayan intervenido en violaciones particularmente graves de la libertad religiosa o las hayan tolerado". El último informe, de septiembre de 2007, sitúa a China junto a dictaduras tan atroces y regímenes tan restrictivos con la libertad religiosa como Birmania, Corea del Norte, Irán, Sudán, Eritrea y Arabia Saudí.

En estas condiciones, sorprende la insensibilidad del Comité Olímpico Internacional hacia los derechos humanos al haber concedido a China la organización de estos Juegos, sobre todo si tenemos en cuenta que este evento mundial, lejos de atenuar la falta de libertad religiosa que se viene dando en este país asiático desde hace décadas, ha venido acompañado de un recrudecimiento de la persecución religiosa en China a medida que se aproximaban los JJOO.

2 comments:

Anonymous said...

Santiago, me das lástima. De tí han sacado lo peor que podía desarrollar tu biología y ahora la anticipas como norma para no derrumbar los muros que la sotienen. Muros que en ultima instancia hacen uso de tus mismas contradiciones. Ahora eres algo, pero no llegaras a nada porque la verdad esta ahí fuera, y no te puedo decir el camino, tu tienes que encontrala. Solo te puedo decir que te comportas como un jilipollas. Un alumno

Anonymous said...

elentir donde existen los derechos humanos tampoco se respetan preguntale a los presos de guantanamo que derechos tienen, o en irak pais masacrado por parte de tu mundo occidental tan justo para ti, que le pregunten a los de ideas comunistas lo que le hacen en eeuu.